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“Cuando tenía 25 años, conocí a este chico en Tinder. Durante las primeras semanas de noviazgo solo pasamos tiempo en mi casa o saliendo, nunca en la de él. Cuando le pregunté por qué no podíamos ir a su casa, dijo que había estado viviendo con un amigo porque todavía estaban renovando su nuevo lugar. Pensé que era un poco sospechoso, pero él era súper atractivo, comunicativo y amable, y yo era joven, así que lo pasé por alto. Cuanto más nos conocíamos Por otro lado, cuanto más empezaba a quedarse en mi casa, y en dos meses básicamente vivía conmigo. Una noche, mientras estaba en el trabajo, apareció una notificación por correo electrónico en su computadora portátil”.
“Luego de una inspección más profunda, me di cuenta de que tenía un perfil en un sitio web de Sugar Baby, desde el cual había estado enviando mensajes tan recientemente como el día anterior. Me sorprendió. Rompí con él y lo eché, pero terminó mal. y nunca me devolvieron la llave.
Dos meses después, se acercó mientras yo estaba fuera de la ciudad visitando a mi familia, se disculpó por todo y me pidió una segunda oportunidad. Hablamos de reunirnos para hablar cuando volviera al final de la semana. Terminé decidiendo volver un día antes. En el día que regresé, todo parecía estar bien hasta que le dije sobre mi cambio de planes y de inmediato dejó de responder. Parecía extraño y estaba molesto, pero me encogí de hombros, pensando que tendría una respuesta al día siguiente. Cuando finalmente llegué a mi casa, entré y encontré mi basura desbordada, un fregadero lleno de platos, claramente había dormido en mi cama y había ropa (que no era mía) por todas partes.
Obviamente me asusté y fui a ver a mis vecinos para ver si habían notado que alguien entraba o salía. Me dijeron que habían hablado con Tony cuando entraba en mi casa casi una semana antes. Les dijo que estaba cuidando a mi perro mientras yo estaba fuera de la ciudad. (Lo cual era imposible porque mi perro había venido conmigo). Resultó que había visto que estaba fuera de la ciudad en las redes sociales y había estado ocupando mi apartamento toda la semana que estuve fuera. Fingió querer volver a estar juntos solo para descubrir cuándo estaría en casa. Al día siguiente, cambié las cerraduras, tiré sus cosas en el pasillo y le envié un mensaje de texto diciéndole que sabía lo que había hecho y que viniera a recogerlo. Nunca vino a buscarlo, e incluso tuvo la audacia de enfadarse conmigo por sacar sus cosas de mi apartamento. Nunca volvimos a hablar”.
-Anónimo